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El embarazo viene acompañado de cambios fisiológicos constantes que van evolucionando paulatinamente, basándose en las etapas de desarrollo del feto y sus requerimientos en cada una de estas. Estos cambios precisan de monitorización constante por parte del médico especialista para prevenir complicaciones en el desarrollo del bebé, descompensación de la madre durante la gestación e inconvenientes durante el parto y el período perinatal.
Dentro de estos cambios que se presentan en la mujer se encuentra la anemia en el embarazo que, si bien es una condición típica a presentarse, requiere de evaluación frecuente y de atención oportuna. Sigue leyendo este artículo para saber cómo se detecta una anemia y cómo controlarla.
La anemia es una disminución de las concentraciones de células rojas en la sangre. Es una condición en la que puede observarse una deficiencia de hemoglobina, proteína que es importante para el transporte de oxígeno de la sangre a los tejidos y que es parte esencial en la estructura de la célula roja.
Los cambios fisiológicos que ocurren en el organismo de la madre, promueven la retención de líquidos que a su vez causan una dilución de la sangre, generando como consecuencia una anemia fisiológica, también conocida como anemia por dilución.
Este aumento de líquidos en los vasos sanguíneos disminuye la concentración de las células y otros componentes de la sangre, tales como la hemoglobina.
Por otra parte, esta anemia por dilución tiende a ser leve, pero, si bien algunas madres pueden tolerar anemias más marcadas, es decir, por debajo de 11 gramos por decilitro (gr/dl), se debe sospechar sobre otras causas no relacionadas con la retención de líquidos.
Por ejemplo, el déficit de hierro. Este mineral es primordial en la estructura de la hemoglobina y si no se dispone de cantidades adecuadas del mismo. La demanda de esta proteína en la sangre no podrá cubrirse y como consecuencia disminuirán sus niveles, finalizando en anemia por deficiencia de hierro.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la anemia durante el embarazo tiene una prevalencia por encima del 40 % de las mujeres gestantes, y esta se clasifica en:
Con respecto al centro de control de enfermedades (CDC), se considera anemia cuando los valores de hemoglobina están por debajo de 10,5 gr/dl en el segundo trimestre, siendo aceptado un mínimo de 11 gr/dl entre el primer y tercer trimestre.
Desde luego, las mujeres con períodos muy abundantes, que han tenido varias gestaciones, o gestaciones muy cercanas una tras otra, tienen mayor predisposición a padecer anemia. Otros factores predisponentes son:
La neurogénesis (desarrollo del tejido nervioso) del bebé, que ocurre durante el tercer trimestre y en el periodo perinatal, se verá influenciada por la cantidad de reservas de hierro de la cual disponga la madre en ese tiempo. Si estas reservas son insuficientes, puede haber un retraso en el proceso de neurogénesis del bebé.
También se han correlacionado estas deficiencias de hierro con infecciones del bebé en el período perinatal. Asimismo, puede haber:
Con respecto a la madre, una anemia importante puede promover hemorragias abundantes durante el parto, trastornos de la coagulación y necesidad de transfusión.
Es común y también conveniente que, desde la confirmación del embarazo, se haga un monitoreo constante de los valores sanguíneos por medio de pruebas seriadas de laboratorio. La idea es mantener una hemoglobina y cantidades de hierro sérico óptimas para el desarrollo del feto y la renovación de células sanguíneas en la madre.
Otro valor sanguíneo relevante a considerar durante el embarazo es el nivel de ferritina sérica. Por encima de 40 microgramos (µg) en sangre es lo ideal. Valores por debajo de 30 µg se consideran déficit de hierro.
Es usual que aun en casos en los cuales se mantengan unas buenas concentraciones de hemoglobina en sangre (por encima de 12 gr/dl), el médico especialista recomiende suplementar con vitaminas prenatales. Esto variará mucho con base en los alimentos consumidos y la tolerancia oral a los medicamentos que te indique el médico.
A partir de las dos semanas de suplementos con vitaminas prenatales, se empiezan a notar cambios en las concentraciones de hierro y hemoglobina. El consumo de vitamina C será una aliada en la absorción del hierro, por lo que es habitual que sea prescrita como parte de los suplementos nutricionales. Por supuesto, esto es de acuerdo a las condiciones y necesidades de cada mujer, por lo que es importante que sea tu especialista quien te recete el tratamiento más óptimo.
Aunque la ingesta oral de hierro suele ser parte de algunos tratamientos, en ocasiones puede no ser muy bien tolerada. Es por ello, que al sufrir de anemia en el embarazo se debe consultar con el ginecólogo la frecuencia ideal y dosis de tomar cualquier medicamento para evitar la pesadez estomacal o cualquier efecto secundario. Hay que tomar en cuenta que algunos alimentos y bebidas pueden interferir en la absorción de los suplementos.
La mala absorción intestinal o vómitos severos podrían interferir con la ingesta y absorción del hierro. En estos casos se evaluará por parte de tu médico especialista la alternativa de administrar los suplementos por vía endovenosa. Por medio de esta vía, y si es conveniente, se puede suministrar una dosis de hierro que cubra los requerimientos de hasta tres semanas de acuerdo a cada paciente y sus necesidades.
Generalmente, es común que continúe el consumo de hierro hasta el período perinatal, ya que seguirá existiendo una demanda importante tanto del bebé como de la madre. Lo importante es mantener el seguimiento médico y cumplir con lo que el médico especialista indique.
Disclaimer
La información contenida en este blog es revisada por médicos especialistas con la finalidad de brindar un
soporte únicamente informativo. Te aconsejamos consultar con tu médico profesional de confianza en caso de
presentar cualquier síntoma o querer iniciar o suspender algún tratamiento acorde a las condiciones médicas. Los
tópicos contemplados en este contenido no se destinan a tratamientos o diagnósticos. Recomendamos nunca
automedicarse y no nos hacemos responsables por la manera en como utilice esta información.
Sí, la anemia se puede prevenir teniendo una alimentación balanceada y saludable que permita mantener los niveles de hierro y otros nutrientes en equilibrio. Estos son esenciales durante el embarazo y la prevención de la anemia.
Sí, la anemia en el embarazo puede generar complicaciones como embarazo prematuro, que el bebé nazca con bajo peso o incluso la muerte del bebé al nacer. Por lo que es importante tener los controles médicos adecuados.
La anemia puede presentar mareos, debilidad, dolor de cabeza, fatiga, piel pálida o amarillenta, falta de aire y en casos más graves dificultad para concentrarse, presión arterial baja y latidos rápidos.